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Javi Cabeza

javi2Guadalcanal es aún hoy un pueblo consternado. Un vecino se fue para no volver y su eco resuena con fuerza en cada una de sus calles. Francisco Javier Cabeza era guadalcanalense desde hace 37 años. Los mismos que tenía, porque aunque su vida estuviera en Sevilla, su corazón pertenecía a su pueblo, el mismo que lo vio crecer junto a sus otros tres hermanos en la calle San Francisco.

Cursó sus estudios básicos en el colegio público Nuestra Señora de Guaditoca y tras concluirlos cursó BUP y COU en el hoy IES San Fernando de Constantina. Por aquel entonces nació en él un gusanillo que ya nunca lo abandonó. El gusanillo de la bicicleta. Tanto es así que un compañero de aquella época recuerda cómo un día se presentó en clase vestido de ciclista, tras perder el autobús que lo trasladaba desde Guadalcanal hasta el centro educativo. Su siguiente destino fue Sevilla, donde hizo la carrera de Matemáticas en la Hispalense. Sevilla, precisamente, se convirtió en su residencia habitual. En Sevilla trabajaba como profesor de secundaria y en Sevilla formó su familia tras contraer matrimonio con su mujer, fruto del cual nacieron dos hijos.

A pesar de su vida en la capital, Francisco Javier mantuvo una existencia en paralelo, la que le otorgaba su otra gran pasión, la bicicleta. Formó parte del equipo Fernando Torres Probike de Llerena (Badajoz) y también del MTB Guadalcanal, de reciente creación. Y siempre de fondo su pueblo. Un lugar donde nadie tuvo nunca una mala palabra para él y donde todos lo recuerdan con su eterna sonrisa. No pudiendo ser de otra manera, en Guadalcanal dejó su mejor sello: La Capitana.

Diseñó, dirigió y organizó una prueba que muy pronto se convirtió en santo y seña del calendario andaluz de mountain bike. Ochenta y seis kilómetros que significaron mucho más que una simple carrera. Para Guadalcanal fue todo un orgullo, y para Francisco Javier una lucha infatigable que contribuyó a engrandecer más a este deporte y a su propia vida.

Siete ediciones de La Capitana hicieron que su nombre sonara con voz propia en ese mundo del que le encantaba formar parte. Precisamente, en una de las últimas ediciones hizo hincapié en ese metro y medio que demanda todo ciclista por y para su seguridad, e incluso quiso homenajear a un compañero fallecido poco despues a causa también de un atropello.

La ironía se subió a lomos de su bicicleta para acabar con su vida en la avenida Montesierra. Él, que tanto dio al ciclismo y que tanto reivindicó la concienciación con respecto a los ciclistas, acabo siendo víctima mortal de un conductor que no mostró ningún respeto por él. Aun perdiendo la vida, su órganos fueron donados y otras personas podrán vivir gracias a un corazón fuerte, grande, generoso y constante como fue el de Francisco Javier.

Entretanto, sus compañeros no van a quedarse de manos cruzadas, y enarbolando su recuerdo encabezarán protestas en la capital andaluza, en Utrera e incluso en Málaga para que el último ciclista atropellado sea Francisco Javier Cabeza, el creador de La Capitana de Guadacanal.

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